sábado, 6 de diciembre de 2008

La Malagueña según Verónica


Este es un escrito que me envió Verónica a quien le agradezco mucho esta primera colaboración. Están invitados todos los que quieran compartir las ideas que esta bella canción les provoca.

“Luego de la sacudida inicial de una música que invita, que invita ella misma a la vehemencia, uno se queda con el rastro de una pasión que lo contagia todo. ¿Por qué la breve letra de esta canción ha animado a tantos durante décadas, durante fiestas con tequila, durante eventos, serenatas, concursos, amores…? ¿De dónde viene esta atracción que nos subyuga a ella?
Él, aparentemente sumiso, a los pies de la ponderadísima belleza de la “hechicera”, sin más, le ofrece su corazón… Todo es entusiasmo y optimismo: él sólo puede ofrecerle su amor. Pero, ¿no se deja entrever también cierta arrogancia del cantor? Mientras pretende arrodillarse, a la par le dice que Ella sí quiere mirarle pero que se inhibe. Es uno de los pases mágicos del cortejo masculino, cuando rápidamente en escena vuelve a encandilarse sólo la figura del cantor amante: toda la alabanza se vierte entonces hacia su propia condición de pobreza… Aquí el ensalzamiento del amante-cantor nos conmina a identificarnos con él, pues su amor brilla más intenso, más fulgurante así, desnudo, no siendo nada más que amor… Que es muchísimo.”

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